martes, 11 de septiembre de 2012

Teatros Art Nouveau en Suramerica y Origenes del mismo

Bienvenidos a la sala principal de El Salvador


EL TEATRO NACIONAL



Manuel Enrique Araujo, su gabinete y otras delegaciones
colocaron la primera piedra como parte del programa general
de las fiestas del centenario del Primer Grito de Independencia
dado en 1811.
Quedaron de esa manera iniciados los trabajos del actual
Teatro Nacional que finalizaron con su inauguración a las
10 de la mañana del 1º de marzo de 1917
en presencia del Sr. Presidente Carlos Meléndez.



Arquitecto:

El arquitecto francés Daniel Beylard


Compañia constructora:

La firma Ferracutti y Cía. de San Salvador. 


Estilo Arquitectonico:

Renacimiento Francés, Neo clasico.


Estilos Artísticos:

Versalles, Rococó, Romántico y Art Nouveau


Foyer del segundo nivel





Escalinatas a niveles superiores del teatro
palcos etc.








Salon de usos multiples
en el Mezanine - 3er nivel.





Area de tocadores de damas localizado en el segundo nivel
Decorado con bellisimos detalles florales de inspiracion Art Nouveau






Vista de la sala de camara
Diseñada para conciertos de musica de camara







Entradas de acceso a la
zona de palcos en la Gran sala en el segundo y terces pisos










Vista desde la parte posterior del tercer nivel
al talon del teatro




Entrada de el Palco Presidencial
en el 2do nivel.










Vista Panoramica del area de butacas (469) del primer nivel
La Gran sala







Majestuosa vista vertical de la cupula central
La cual esta decorado con un mural de mas de 200 metros cuadrados
creado por el pintor Carlos Cañas llamado "El mestizaje cultural"







Majestusosa vista de la Gran Sala desde el entarimado
del teatro.




Puerta Art nouveau en el Teatro Comunale Carlo Goldoni


photo
TEATRO FAENZA BOGOTÁ

(y en particular su fachada de estilo art nouveau) se ha convertido en el símbolo del compromiso que tiene la Universidad Central con la memoria histórica de la ciudad, que se ve reflejado en la recuperación de este y de los teatros y salas cinematográficas más representativos del centro de Bogotá.
El Faenza fue una de las salas más hermosas de su época y, por sus características arquitectónicas únicas, fue declarado bien de interés cultural de carácter nacional. Construido en la época de las grandes salas de cine e inaugurado en abril de 1924, este teatro vio el despegue de Bogotá como metrópoli. En sus primeros años, en él se presentaron no solo películas sino también operetas, zarzuelas y funciones musicales. Pero a partir de 1948 y hasta finales de los años 1950, cuando muchas personas trasladaron su residencia del centro de Bogotá a otras zonas de la ciudad, el Teatro entró en una etapa de deterioro que condujo a su decadencia y lo llevó a convertirse en una sala de proyección de baja categoría.
La Universidad Central adquirió el Faenza en 2004 para someterlo a un proceso de restauración total. Gracias a la institución, Bogotá podrá disfrutar, en un futuro cercano, de este maravilloso tesoro arquitectónico, artístico, histórico y cultural.
El teatro, que tiene capacidad para albergar a 1.000 personas, no se utilizará como sala de cine, pero contará con los equipos  necesarios para desarrollar actividades de proyección complementaria: proyector de video beam,VHS, DVD, sonido electroacústico con consolas de varios canales e iluminación general (luces ambientales dimerizadas y luces para eventos artísticos
IR AL SIGUIENTE LINK PARA APRECIAR LAS IMAGENES DEL TEATRO FAENZA EN LA GALERIA

El Art Nouveau, en todo su esplendor Crítica. “La viuda alegre”. La opereta de Lehár, en una lograda producción escenográfica.
01.12.2011 | Por Sandra De La Fuente Con la reposición de La viuda alegre que se había presentado en 2001, el Colón cerró su temporada de ópera. Aún sin querer hacer de la necesidad virtud, un primer reconocimiento se torna inevitable: si en aquella oportunidad las exquisitas actuaciones encabezadas por Thomas Allen y Frederica von Stade pudieron dejar los logros escenográficos un tanto relegados en la consideración crítica, hoy, con un elenco bastante más modesto, esa misma escenografía tal vez pueda recobrar su merecido primer plano. No hay mal que por bien no venga.
En el clásico pero atractivo decorado, la organicidad vibrante del Art Nouveau lo ocupa todo, desde el primer hasta el último acto, en las oficinas de Pontevedro, en el jardín de la mansión de Hanna y, por supuesto, en el salón del Maxim’s.
La escenografía de Michael Yeargan, pertinentemente iluminada por Roberto Traferri, refleja con ese marco Belle Epoque el esplendor y decadencia de la gran burguesía europea. El espacio está manejado con rigurosa economía: los vistosos números de baile y los diferentes movimientos corales no sólo tienen espacio generoso para desarrollarse, sino también recovecos donde agruparse para crear ritmos atractivos visualmente.
Sin embargo, la directora de escena estadounidense Candace Evans no consigue sacar total provecho de esta economía, y son muchos los momentos en los que mantiene estático y en pesada -y apretada- línea al coro, mientras el cuerpo de bailarines derrocha geometría con gran agilidad y espíritu festivo.
Evans tampoco parece haber dedicado demasiada energía al delineamiento de los personajes que, al igual que el coro, parecen en todo caso cincelados con el trazo grueso de la parodia y librados a su propia suerte.
Del elenco de cantantes despunta muy claramente el barítono austríaco Mathias Hausmann, el Danilo de esta producción, con voz de buen cuerpo y un timbre precioso que nunca suena forzado, en línea con una actuación de elegancia natural.
En cambio, Solveig Kringleborn, la soprano escandinava que canta el rol de la viuda Hanna Glawari, tiene un registro desparejo, con un amplísimo vibrato en los agudos e ínfima proyección en las notas graves. Pero no hay que descartar que la expresión de Kringleborn se resintiera en su intento de sobreponerse al volumen de una orquesta que, dirigida por el alemán Gregor Bühl, sonó bien sincronizada internamente, pero poco atenta a las necesidades de un elenco de voces más bien pequeñas.
Sin contar con una necesaria adecuación dinámica del cuerpo orquestal, la soprano Lyuba Petrova en el papel de Valencienne, el tenor Benjamin Bruns en el de Camille, el barítono Norberto Marcos y el tenor Carlos Ullán, Vizconde Cascada y Raoul de Saint Brioche, y el resto de los comprimarios sonaron un poco apagados. Incluso el potente bajo Reinhard Dorn -simpatiquísimo Mirko Zeta- pareció tener alguna dificultad para sobreponerse, en el principio, al conjunto instrumental.
GLAMOUR DANILO (HAUSMANN) Y HANNA (KRINGLEBORN), EN EL MAXIM’S DE PARÍS.
GLAMOUR DANILO (HAUSMANN) Y HANNA (KRINGLEBORN), EN EL MAXIM’S DE PARÍS.
El Art Nouveau, en todo su esplendor

AQUI UNAS RECOPILACIONES EN FORMATO SWF DODNE NOS EXPLICAN EL SURGIMIENTO DEL ART NOUVEAU Y PARTES QUE LO CONFORMAN


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